La madera ha sido desde siempre un material protagonista en espacios interiores, no solo por su estética atemporal sino también por sus cualidades técnicas y beneficios para la salud. Más allá de su reconocida versatilidad y durabilidad, la madera contribuye de manera significativa a la calidad del ambiente interior, un factor clave para el bienestar, la productividad y la salud de las personas.
Beneficios de la madera para el bienestar humano
Diversos estudios científicos respaldan los efectos positivos del contacto directo con materiales naturales, la madera, destaca por su capacidad de inducir sensaciones de calma y relajación.
Algunas investigaciones sugieren, que caminar descalzo sobre superficies de madera activa el sistema nervioso parasimpático, responsable de la recuperación física y la reducción del estrés. A diferencia de materiales fríos y sintéticos, la madera genera una respuesta fisiológica que mejora el confort y el equilibrio emocional.
Este fenómeno, asociado a la “biofilia”, se explica por la afinidad innata del ser humano hacia la naturaleza. La madera, con su textura viva, su calidez y sus variaciones orgánicas, actúa como un puente sensorial que restablece ese vínculo.
Otro aspecto destacado es el papel de la madera en la regulación térmica y acústica de los espacios interiores. En su estructura celular, se almacena cierta cantidad de aire que dificulta la transmisión de calor y sonido. Asimismo, su capacidad para absorber humedad contribuye a la estabilización de la temperatura interior, reduciendo las fluctuaciones que pueden afectar la salud respiratoria y la concentración.

El Parqué: Estética, Confort y Tecnología Natural
Dentro de las múltiples aplicaciones de la madera, el parqué se presenta como una solución que integra diseño, confort y tecnología natural. Este tipo de revestimiento influye directamente en la percepción térmica y sensorial del ambiente, y funciona como un regulador activo del microclima interior.

Consideraciones técnicas para una elección acertada
La selección del parqué adecuado depende de varios factores: el uso previsto, las condiciones ambientales y la estética buscada.
Existen dos tipos:
Parqué macizo: fabricado completamente en madera natural, ofrece alta durabilidad y resistencia, ideal para quienes buscan un suelo con carácter y larga vida útil. Requiere mayor inversión y mantenimiento.
Parqué multicapa: compuesto por una capa superior de madera noble y capas inferiores de soporte, brinda mayor estabilidad ante cambios de temperatura y humedad, siendo apto para sistemas de calefacción por suelo radiante y ambientes con un mayor contenido de humedad.
Entre las especies más utilizadas en la fabricación de parqué destacan el roble, valorado por su gran resistencia y durabilidad; la haya y el fresno, apreciados por sus tonalidades claras y uniformes, que aportan calidez y luminosidad a los espacios; y el nogal, que se distingue por su color oscuro y vetas elegantes. El bambú, aunque técnicamente no es una madera sino una gramínea, se ha consolidado como una opción sostenible gracias a su rápido crecimiento y excelentes propiedades mecánicas.
El acabado del parqué no solo determina su apariencia final, sino que también influye directamente en su comportamiento técnico, su durabilidad y sus requerimientos de mantenimiento. Elegir el tipo de acabado más adecuado es crucial para asegurar el equilibrio entre estética, funcionalidad y facilidad de cuidado en el tiempo.
Los acabados aceitados permiten conservar el carácter natural de la madera, resaltando su textura, veta y variaciones orgánicas. Este tipo de tratamiento penetra en la superficie, manteniendo la porosidad y la capacidad del material de “respirar”, lo que favorece la regulación higroscópica (absorción y liberación de humedad) y contribuye a la estabilidad del microclima interior. Además, genera una superficie cálida y agradable al tacto. Sin embargo, requiere un mantenimiento regular, que puede incluir re-aplicaciones periódicas de aceite para conservar su protección y apariencia.
Por otro lado, los acabados lacados crean una capa protectora en la superficie de la madera que sella completamente el poro, lo que mejora significativamente la resistencia frente a manchas, salpicaduras y uso cotidiano. Esta solución facilita la limpieza diaria y reduce la frecuencia de mantenimiento. No obstante, al tratarse de una película superficial, los signos de desgaste —como rayones o zonas opacas— pueden hacerse visibles más rápidamente, especialmente en áreas de alto tránsito. En caso de deterioro, requiere un proceso más completo de lijado y repintado del área afectada.
Ambos tipos de acabado son reparables, pero presentan particularidades: mientras el acabado aceitado permite restauraciones parciales localizadas, el acabado lacado suele necesitar intervenciones más amplias para lograr un resultado uniforme.

Instalación y mantenimiento: claves para preservar la calidad y durabilidad
Una instalación profesional y meticulosa es esencial para asegurar la durabilidad y el rendimiento óptimo del parqué. Este proceso implica un adecuado almacenamiento del material, control riguroso de la humedad, preparación adecuada del subsuelo.
Consideraciones para Instalación y Durabilidad:
La estabilidad dimensional del parqué depende de condiciones ambientales controladas:
Mantener humedad relativa adecuada para evitar contracciones o hinchamientos.
Preparar el subsuelo con nivelación máxima de 3 mm por metro, limpieza y control de humedad residual (máximo 1.8 % CM para cemento con calefacción, 0.3 % para anhidrita).
Almacenar el material protegido y no abrir embalajes hasta justo antes de la instalación.
Finalizar trabajos húmedos previos (pintura, enlucido) para evitar un ambiente húmedo al momento de la posa