La arquitectura siempre es parte de un contexto mucho más grande. Esta construye memoria y es parte esencial de la cultura, hemos de ser conscientes en qué cultura nos estamos implantando.
Recientemente tuvimos la ocasión de compartir una mañana con la reconocida arquitecta Carme Pinós, ella nos recibió en su estudio donde pudimos, a pesar de las medidas de seguridad, tener una interesante conversación sobre arquitectura, entorno, equipo y valores, una manera ideal de conocer mejor su manera de trabajar.
Nos gustaría dar comienzo a la entrevista preguntando sobre aquello que define la filosofía de vuestro trabajo en el estudio.
«Una de las inquietudes más grandes que tenemos en el estudio es el contexto, debemos saber que la arquitectura no son solo objetos, sino lugares. Es relevante tener en consideración donde nos implantamos, ya sea física como culturalmente. En la ciudad, concretamente, hay una suma de muchas voluntades que deben estar en armonía, cualquier gesto que hagas en la ciudad, acabará transformándola, porque la arquitectura siempre es parte de un contexto mucho más grande. La arquitectura, construye memoria y es parte esencial de la cultura, hemos de ser conscientes siempre en qué cultura se inserta el proyecto para poder diseñar. En el estudio estamos trabajando en Méjico, en Europa y en Australia, en cada uno de nuestros proyectos, intentamos entender el contexto, teniendo en consideración la población, el territorio y la cultura del lugar en el cual vamos a intervenir.»
«La relación que establecemos con el contexto, determina también la escala del proyecto, por ejemplo, en el caso del proyecto de CaixaForum, donde todo era muy grande, para evitar aparecer en medio del parque como algo enorme, recurrimos a la escala pequeña para crear un ambiente más amable. Por contra, en la Torre Cube de Méjico (que solo mide setenta metros, que es relativamente poco para ser una torre) queríamos aparecer muy grandes, para ello diseñamos las ventanas pequeñas y borramos siempre los forjados para dar la sensación de rascacielos. Siempre se trata del contexto. El contexto va más allá del propio edificio con el que estamos trabajando, debemos poder entender la demanda, la cultura, el territorio…»
«iEl dinamismo y la flexibilidad también definen nuestro trabajo. En nuestros proyectos es difícil encontrar simetrías, tratamos de expresar fluidez y dinamismo, atributos que se pueden adaptar más a través de otro tipo de geometrías, la simetría no deja de ser estática y jerárquica porque siempre existe un eje».
Eres la cara visible de Carmen Pinós studio, pero reslatas la importancia de tu equipo, para que los proyectos salgan adelante. ¿Cómo os organizáis y de qué manera os complementáis?
«En primer lugar he de decir que el estudio está formado por un equipo que lleva muchos años trabajando juntos, algunos veinte o incluso treinta años. Somos un equipo bastante consolidado, nos respetamos y nos conocemos mucho. En cada proyecto, suele haber un responsable que tiene en todo momento el soporte del resto de compañeros. A lo largo de todo el proceso de trabajo existe un diálogo entre todos para ir discutiendo distintos aspectos. Durante el período de confinamiento gracias a las videoconferencias pudimos mantenernos conectados, discutir sobre todos los proyectos y aportar de forma muy democrática».
Podrías Hablarnos del proceso de materialización, propio de vuestros proyectos ¿cómo se toman las decisiones de materiales y en qué etapa del proceso?
«Siempre seguimos el mismo patrón de trabajo. Yo empiezo en solitario a hacer unos croquis y el primer esquema; mi objetivo es hacer esquemas muy claros que se puedan expresar mediante pocas líneas, siempre enfrentándome cara cara con el territorio, entendiendo las inquietudes del cliente y las necesidades del programa. A partir de los primeros esquemas y croquis, el resto del equipo se encarga de plasmar la idea en los programas informáticos y de leer las ordenanzas, los requerimientos, etc. Una vez puestas las medidas y hechas las pequeñas maquetas, damos paso al ingeniero o arquitecto dedicado a estructuras. Por otro lado, cuando estoy trabajando con el primer esquema ya tengo en mente los materiales. Ya sé si tiene que ser de piedra, si va a ser una estructura metálica, si va a haber una estructura de hormigón… Una vez me dijeron que pienso la arquitectura con la cabeza pero la dibujo con los pies, en el sentido que cada línea que hago ya la estoy recorriendo, ya la materializo».
Durante el proceso de vuestros proyectos, ¿que papel juega la sostenibilidad y como lo entendeis en vuestra obra?
«Trabajamos la sostenibilidad desde el sentido común, esta es para nosotros la base de todo. A veces la tecnología ha hecho que se pierda el sentido común; por ejemplo, una ventilación de aire cruzada es mucho más efectiva y saludable que cargar de aire acondicionado los edificios. Las soluciones que involucran a su vez materiales naturales tienen la ventaja de ir adquiriendo expresión con el paso del tiempo, envejecen y esto viene unido al devenir de las cosas. Por el contrario, los materiales sintéticos se deterioran».
¿Nos podrías decir qué edificios han marcado un antes y después en tu trayectoria profesional?
La arquitectura siempre es parte de un contexto mucho más grande. Esta construye memoria y es parte esencial de la cultura, hemos de ser conscientes en qué cultura nos estamos implantando.
«Cube I, esta torre de oficinas en México nos hizo creíbles en el mundo. Hay una línea muy fina entre la cantidad de proyectos que hice con el estudio (y que no ganamos) y la oportunidad que nos dio un cliente en México, quién confió con nosotros y nos permitió cumplir nuestros sueños. Cube I fue un proyecto que destacó por la plena confianza que nos transmitió el cliente desde el minuto cero. Esto significó un cambio en nuestra trayectoria como estudio.
También me gustaría destacar la experiencia de La Gardunya, porque la intervención no consistía en proyectar un edificio, sino que era también urbanística. Se trataba de diseñar una escuela, un edificio de viviendas, una plaza y la reforma de un mercado en el casco antiguo de Barcelona. Con la propuesta tuvimos que coser y reconstruir este espacio. Por otro lado, en el proyecto del Hotel Son Brull, nos pidieron una ampliación con un paisaje muy lindo, lo que buscamos fue potenciarlo sin agredir. No queríamos competir con el edificio antiguo, es un proyecto singular con intenciones. CaixaForum, también fue una obra que tenía que funcionar al milímetro. Buscamos el equilibrio entre desarrollar una construcción acondicionada para ser museo y crear un edificio singular y poético en medio de un parque.
En cada proyecto, ponemos todo nuestro empeño, vocación y energía. Cada proyecto responde a su singularidad específica, no tenemos un lenguaje que se aplica siempre, sino una filosofía de trabajo. Ponemos el máximo de entusiasmo e intensidad, convirtiendo un proyecto en “el proyecto”».
¿Qué papel consideras que desempeña el arquitecto actualmente?
«Debido al Covid, los arquitectos hemos debatido en entrevistas y mesas redondas si las casas deben tener terrazas y ser más grandes, pero para poder hacer esto debe haber un mercado que nos lo permita. Durante mucho tiempo hemos vivido un proceso de especulación, un mercado déspota y depredador que no nos ha permitido hacerlo. Cada vez las casas son más pequeñas. En los años setenta la conciencia social era bastante fuerte y trabajaban mucho en viviendas sociales mínimas de 70m2. Actualmente estamos hablando de 30m2, como consecuencia de la actuación del mercado y no de los arquitectos. Creo que los arquitectos debemos tener una conciencia social y una visión bastante amplia de la sociedad para poder tener voz propia. Muchos arquitectos han callado y no se han puesto en contra del mercado. Personalmente me siento al servicio de la sociedad, no del mercado. En un futuro me gustaría poder crear una fundación o asociación y así poder reunirme con otros arquitectos y compartir inquietudes sobre cómo mantener esta conciencia social viva».
Y, para terminar, ¿cómo visualizas el despacho de cara al futuro?
«Ojalá pudiéramos continuar como estamos. Veo el futuro un poco incierto debido a los tiempos que estamos viviendo. Queremos trabajar más en el extranjero. De momento estamos realizando bastantes casas en Méjico, en Australia… Por otro lado, no sé si el futuro de la arquitectura continuará en manos de los grandes despachos. Espero que estos tiempos nos hayan enseñado que deberíamos creer más en los despachos personalizados y con colaboradores de confianza. Yo no me veo dirigiendo un gran despacho, por más que la demanda aumente, quiero tener mi equipo y controlarlo de una manera familiar y próxima. En el estudio somos como máximo dieciséis integrantes, de esta manera establecemos una relación cercana y familiar».
Gracias por recibirnos, ha sido un placer entrar en el estudio de Carme Pinos y respirar tanta pasión por la arquitectura. Hemos podido experimentar el trato familiar del estudio, donde la vocación por la arquitectura y la voluntad por hacer proyectos al servicio de la sociedad es claramente el común denominador.